miércoles, 18 de mayo de 2016

Aprendizaje cooperativo y eduación inclusiva

El aprendizaje cooperativo hoy en día es muy necesario en las aulas. No parte de planteamientos educativos en los que hay una comunicación unidireccional, es decir, un aprendizaje transmisivo en el que el objetivo del maestro y la maestra es transmitir conocimientos que el alumno deberá reproducir sin tener en cuenta sus conocimientos previos. En cambio, el aprendizaje cooperativo tiene en cuenta las potencialidades de cada alumno, las aprovecha y las desarrolla en la interacción entre el alumnado, y en la interacción entre el alumnado y el profesorado.

No podemos hablar de escuela inclusiva que acoja a todo el mundo no sólo en un mismo centro sino también en una misma aula, si, a la vez, este centro y estas aulas no estructuran el aprendizaje de manera cooperativa. En una estructura de aprendizaje individualista o competitiva, donde se centra el proceso de enseñanza-aprendizaje casi prácticamente de forma exclusivamente, en la interacción del profesorado con el alumnado es muy difícil atender a todos los escolares en su diversidad.

Por otra parte, una estructura cooperativa del aprendizaje sólo se puede dar, propiamente, en un aula inclusiva (y, por tanto, en un centro inclusivo). Quizá esta relación no es tan evidente, como lo era la relación entre inclusión escolar - (agrupamiento heterogéneo) – y el aprendizaje cooperativo que acabamos de hacer notar. Pero también podemos afirmar que no puede haber una estructura cooperativa del aprendizaje en un aula que no sea inclusiva.

Es difícil imaginar una educación inclusiva sin aprendizaje cooperativo.

Si entendemos la cooperación como un proceso social de construcción del conocimiento, consideramos el aprendizaje cooperativo como un proceso en el que cada individuo aprende más de lo que aprendería por sí mismo, porque desde esta perspectiva el aprendizaje se construye en la interacción con otros individuos de un grupo de iguales. Aún así los valores que hay hoy en día en la sociedad empujan las personas a competir con sus semejantes. En este sentido, podemos observar que muy a menudo, y desde edades muy tempranas, se fomenta la competitividad, tanto por parte de la familia que espera el éxito de su hijo o su hija, como por parte de la propia escuela, donde los alumnos trabajan la mayor parte del tiempo de manera individual o bien compitiendo entre ellos con el fin de lograr mejores calificaciones que los demás.

Actualmente, la transformación metodológica más importante que hay que provocar en las escuelas es ir desplazando el papel central que tradicionalmente ha tenido el maestro y lo que enseña, y poner al alumno y su aprendizaje como sujeto principal de todo el proceso instructivo y educativo. Las escuelas, por tanto, tienen que ir pasando de ser centros de enseñanza en centros de aprendizaje. 

Para que esto pueda lograrse, debe entenderse que el alumno es el principal protagonista de su aprendizaje, y tanto las metodologías didácticas como la propia organización escolar es necesario que así lo contemplen. El intercambio de ideas, la negociación de puntos de vista diferentes, la confrontación de posturas son situaciones que se desarrollan a partir del trabajo en equipo, y posibilitan la construcción de nuevos conocimientos entre los diferentes miembros. 

Todo ello nos lleva a considerar el aprendizaje cooperativo como una metodología que lleva a los miembros del grupo a modificar su punto de vista para lograr compromisos y alcanzar los objetivos compartidos. 


Enlaces:

http://www.rinace.net/rlei/numeros/vol5-num2/art7.pdf
http://www.cepalcala.org/upload/recursos/_05_02_09_12_24_17.pdf

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